Ese percance, tan desgraciado para el interesado como para su seleccionador, Fabio Capello, o como para los innumerables espectadores que esperaban ver jugar el Mundial a uno de los futbolistas más populares del planeta, no es ni mucho menos el primero de este tipo. Si bien cada Copa Mundial ha deparado sus propios héroes, también ha sido fuente de graves disgustos, sobre todo para aquellos que se vieron privados de la fiesta mayor del fútbol por culpa de lesiones sufridas en el momento más inoportuno.

Unas semanas antes del accidente de Beckham, Inglaterra ya registró el descarte de Michael Owen, una situación que recuerda extrañamente a la de la edición 2002, en la que unas semanas antes del torneo, la escuadra a la sazón entrenada por Sven-Göran Eriksson tuvo que apañárselas sin Steven Gerrard y sin Gary Neville. Nunca sabremos si con la presencia de esos dos jugadorazos, los ingleses habrían superado el obstáculo de cuartos de final contra Brasil, que les cerró el paso para abrirse el suyo hacia la conquista de su quinto título mundial. Una victoria final que hizo felices a 190 millones de brasileños, pero que tuvo que dejar un regusto amargo a uno de ellos.

Historias de porteros
Y es que la víspera de la entrada en liza de su equipo contra Turquía, Emerson, entonces capitán de la Seleçao, tuvo la mala idea de terminar el entrenamiento en el puesto de guardameta para divertir a sus compañeros. La gracia se avinagró cuando el entonces centrocampista del Roma aterrizó mal tras una palomita. Consecuencias: luxación de hombro, cuatro semanas apartado de los terrenos de juego, y muchas lamentaciones. Por una de esas ironías del destino, en la edición anterior, este mismo Emerson había tenido que agradecer su presencia en el elenco brasileño a la lesión muscular de Romário, que privó a O Baixinho de viajar a Francia.

Otro ausente notable del certamen de Corea/Japón 2002 fue el español Santiago Cañizares, que a diferencia de Emerson era portero profesional. Pero esos reflejos que caracterizaban su desempeño sobre el césped se relajaron en el baño: un frasco de colonia se le escapó de las manos, se rompió en pedazos y una de las esquirlas le seccionó uno de los tendones del dedo gordo del pie. Suplente durante mucho tiempo de Andoni Zubizarreta, el portero del Valencia estaba a punto de disputar su primera gran competición. En su lugar, fue el joven Iker Casillas, el mismo que aún guarda la portería de la Roja, quien saltaría a la arena de la gran cita.

La Copa Mundial de la FIFA 2002 repartió de hecho mucha mala suerte. En la primera aparición de su país en el campeonato supremo, que además se celebraba en su continente, el centrocampista de la RP China Li Ming causó baja a escasos días para su estreno en la escena mundial. El jugador más veces internacional con la selección de China colgaría las botas en 2004, sin haber comparecido jamás en un campeonato del mundo.

En esa misma edición, los franceses Robert Pirès y Christian Karembeu no tuvieron ocasión de defender el trofeo de campeones en su haber, víctimas respectivamente de una rotura del ligamento cruzado de la rodilla y de una lesión en los abductores. El defensa y capitán argentino, Roberto Ayala, por su parte, llegó a hacer el viaje con su selección. Pero seguro que no se esperaba pasar los tres partidos de su equipo en el banquillo tras resultar dañado en los ejercicios de calentamiento previos al estreno mundialista de la Albiceleste contra Nigeria. Y seguro que tampoco imaginaba que esos tres encuentros serían los únicos que jugaría su combinado nacional antes de caer eliminado en la fase de grupos.

Dobles y triples desgracias
Alemania, en cambio, llegó a la final. El defensa Jens Nowotny y el centrocampista Sebastian Deisler habrían debido vivir esa epopeya, pero el destino decidió otra cosa. El primero quedó fuera de combate en semifinales de la Liga de Campeones de la UEFA con el Bayer Leverkusen, después de haber militado en todos los partidos de clasificación de la Mannschaft, en tanto que el director de juego del Hertha de Berlín se rompió la pierna en un partido amistoso contra Austria cuando apenas faltaban unas semanas para el comienzo de la competición. Si bien Nowotny se consolaría cuatro años más tarde como miembro de la escuadra anfitriona en la edición de Alemania 2006, la mala suerte se cebó con Deissler. En marzo de 2006, una grave lesión de rodilla le impidió integrar el equipo de Jürgen Klinsmann que acabó colgándose la medalla de bronce.

Otra prueba de que el rayo puede caer dos veces en el mismo sitio es el francés Djibril Cissé, que padeció dos fracturas de tibia y peroné con apenas unos meses de intervalo. La segunda se produjo desgraciadamente durante un partido de preparación de los Bleus contra la RP China la víspera de su viaje a Alemania en mayo de 2006. Esa misma situación la había vivido 20 años antes otro francés, José Touré, delantero del Nantes, a quien las lesiones le excluyeron de la Eurocopa 1984 y de la Copa Mundial de la FIFA 1986.

A ese Mundial mexicano Argentina acudió con su emblemático defensa Daniel Passarella, primer argentino en levantar el máximo trofeo, pues había sido el capitán de la Albiceleste que se coronó campeona del mundo ocho años atrás. Pero un virus contraído a su llegada a tierras aztecas obligó a guardar cama al Gran Capitán, que, debilitado y con unos cuantos kilos de menos, insistió en permanecer con la delegación de su país. Desde el hospital y desde el banquillo asistió al nombramiento del nuevo capitán, que conduciría a los suyos hasta su segunda consagración absoluta. Se llamaba Diego Armando Maradona.

Unas décadas antes, otro argentino forjó su leyenda multiplicando hazañas por Sudamérica y Europa. Pero Alfredo Di Stefano fue tan afortunado en sus clubes como desafortunado en sus selecciones. A pesar de haber vestido la camiseta de tres países diferentes, jamás llegó a disputar la Copa Mundial. No intervino en el certamen de Brasil 1950 con la Argentina por razones políticas; no estuvo en el de Suiza 1954 con Colombia por una sanción; y contribuyó a la clasificación de España para el torneo de Chile 1962, que se perdió por culpa de una lesión muscular.

Como la desdicha de los unos es muchas veces la dicha de los otros, terminaremos este triste recorrido alrededor del mundo con una nota de optimismo. Antes de volar a Suecia para disputar la cita global de 1958, Francia hubo de prescindir de sus dos principales goleadores, Thadée Cisowski y René Bliard. Esa doble ausencia permitió a un tal Just Fontaine ocupar titularmente la punta del ataque tricolor e inscribir la bagatela de 13 goles en un mismo campeonato, un récord jamás igualado desde entonces.

Así las cosas, los ya descartados para Sudáfrica 2010, como el brasileño Anderson, el portugués Bosingwa o los ingleses Beckham y Owen no lo saben todavía, pero su infortunio acaso marque el punto de partida de nuevas leyendas de la Copa Mundial.