13.10.08

Argentina vuelve al triunfo en un clásico caliente (2-1)

La selección argentina de fútbol resucitó el sábado tras cinco partidos sin victorias en las eliminatorias sudamericanas al Mundial Sudáfrica 2010, al vencer a Uruguay 2-1, con dos aislados momentos de iluminación en un clásico rioplatense jugado con mucha intensidad.

Las emociones estallaron con un gol de cabeza de Lionel Messi en una entrada a la carrera a los 6 minutos y un remate a quemarropa de Sergio Agüero al tomar un rebote en el poste a los 13, pero Diego Lugano descontó con un toque de amor propio en la puerta del área a los 40.

Argentina saltó al segundo lugar temporariamente con 16 puntos, Uruguay quedó relegado con 12, mientras que Brasil y Chile siguen con 13 unidades, detrás del líder Paraguay.

Ante 48.00 aficionados en el estadio Monumental, un aluvión de amonestaciones por juego brusco dejó a argentinos y uruguayos diezmados para enfrentar a Chile, en Santiago, y Bolivia, en La Paz, por la décima fecha.

Los celestes se habían plantado como un equipo más compacto, sin esperar a Argentina en el fondo y metiendo presión con sus hombres adelantados en el campo. La idea era impedir que la pelota llegase con comodidad al bastonero Juan Román Riquelme y evitar que pudiesen conectarse con el balón los tres mosqueteros de la ofensiva, Agüero, Messi y Carlos Tevez.

Argentina volvía a mostrar su falta de identidad de juego, sin armonía, sin una personalidad de equipo, más allá del potencial de sus estrellas, en un campo resbaladizo por lloviznas intermitentes.

Pero Uruguay probó súbitamente el poder de fuego argentino, con la velocidad y repentización de Messi y Aguero ante el talón de Aquiles que desnudaba el rival por el flanco derecho de Diego Godín y Martín Cáceres.

Fue cuando se encendieron como fuegos sagrados la calidad de Riquelme para colocar pases como con la mano, el oportunismo de Esteban Cambiasso y la calidad en la definición de Agüero y Messi.

Perder antes de los 15 minutos por dos goles en el estadio Monumental, cuando el esquema del DT uruguayo Oscar Tabárez era recuperar la pelota y contragolpear, parecía desbaratar los planes.

Pero había uruguayos que empezaban a enarbolar la bandera de la recuperación, como Sebastián Eguren. La valentía de Cristian Rodríguez, el empuje inteligente de Luis Suárez, y la astucia de Sebastián Abreu alcanzaron para poner a Uruguay a tiro del empate.

Argentina mostró de pronto, también, su lado vulnerable, el de los descuidos por el lateral que custodiaba Gabriel Heinze, en un equipo con tres delanteros y sólo Javier Mascherano como el gladiador que capturaba balones en el medio juego.

El amor propio y el orgullo del capitán Lugano afloró en su aparición en el área para descontar, cuando Argentina había bajado la guardia.

El partido había cobrado interés como varonil y áspero duelo rioplatense, sin dar ni pedir cuartel, con jugadas de hacha y tiza, donde nadie daba un centímetro de ventaja, aunque el espectáculo era deslucido, sin brillo.

Argentina seguía sin brújula, sin capitalizar la potencia de Tevez o la habilidad vertiginosa de Messi para desequilibrar, mientras que Uruguay, más entonado, procuraba ponerle dinamismo en el ataque.

Suarez se volcó sobre la izquierda para meter algún centro al corazón del área, pero Uruguay careció de profundidad, tanto como Argentina en su búsqueda de juego asociado.

Tabárez movió el tablero al mandar a la cancha a Carlos Bueno y Javier Chevantón, quienes le dieron mayor agudeza al ataque. En cambio, primó la prudencia del DT argentino Basile con la entrada de Diego Milito y Cristian Ledesma, pero la tónica del encuentro era siempre la lucha y el golpe artero.

En el final, el resultado no se movería: Argentina volvió a la victoria y respira en la tabla de posiciones. Uruguay, de pie, queda herido pero con expectativas de cara a la fecha de la próxima semana.

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