3.6.10

Francia :: Valbuena, escalera al cielo :: sudafrica 2010

Valbuena, escalera al cielo

"La buena esencia en frasco pequeño se guarda", reza el dicho. Una noción que se ajusta como un guante a la figura de Mathieu Valbuena, que con su 1,63 de estatura es el integrante más bajo del contingente francés presente en la Copa Mundial de la FIFA 2010. Sus compañeros de equipo ya se dieron cuenta de la gran valía del marsellés desde su debut con la selección, el pasado 26 de mayo, en un amistoso contra Costa Rica en el que anotó el gol de la victoria para los galos (2-1).

Su trayectoria se asemeja a un cuento, en el que Mathieu sería Juanito y la camiseta azul de Francia el cielo inaccesible. Sólo que, a falta de habichuelas mágicas, el menudo delantero tuvo que echar mano de su voluntad de hierro. Porque todo resulta mucho más difícil cuando el mundo se ve desde abajo, y para el jugador, el fútbol profesional fue durante mucho tiempo lo mismo que para un niño una caja de galletas en el estante: a la vista, pero inalcanzable, incluso de puntillas.

El centro de formación del Burdeos lo rechazó por su talla, y mientras su amigo Rio Mavuba pasaba el corte, el mediocampista, nacido en Gironda, vio cómo se le cerraban las puertas de la Ligue 1. En 2003 tuvo que conformarse con el Langon-Castets del CFA 2. No obstante, en quinta división, Le Petit, el apelativo con el que lo bautizó posteriormente Eric Gerets, era un gigante. Enseguida subió un peldaño y se incorporó al Libourne, en el National (3ª división), cada vez más cerca de su gran sueño de acceder a la máxima categoría. "Tiene cualidades para brillar en un equipo de los grandes", vaticinó su entrenador de aquella época, Didier Tholot, finalista de la Copa de la UEFA en 1996 con el Burdeos. "Es un elemento desestabilizador, capaz de zafarse rápidamente de dos jugadores para crear espacios, gracias, en gran medida, a su talento como regateador".

El trampolín Gerets
Siguiendo su trayectoria ascendente, Valbuena se encontró con la élite al alcance de la mano cuando el Marsella se fijó en él en 2006. Aunque las cosas no fueron nada fáciles en un principio. En calidad de suplente, en el mejor de los casos, debió conformarse con algunos minutos aquí y allí. Además se fracturó el tobillo y a menudo pagó los platos rotos de la irregularidad del equipo. Sin embargo, en lugar de darse por vencido, se subió al trampolín que se cruzó en su destino: el nombramiento de Eric Gerets como técnico.

El belga recibió su bautismo de fuego en la Liga de Campeones de la UEFA, frente al Liverpool. El girondino fue la sorpresa de la alineación en un choque en el que el conjunto francés logró imponerse por 0-1 contra todo pronóstico. Aquella fue la primera victoria que un club galo en Anfield. El autor del milagro fue un futbolista bajito, desconocido y dinámico que, tres años antes, militaba en un club de quinta división. No tardaron en saltar las primeras comparaciones con Franck Ribéry, que también destacó en el National, antes de convertirse en el favorito del público francés merced a sus éxitos con el Marsella.

Pero Valbuena ya sabía que, cuando se asciende alto y rápido, la caída puede ser brutal. Una lección que le inculcó su padre, empleado municipal en Burdeos, nacido en Valladolid (España). "Mis padres siempre me han enseñado a luchar, a no creerme nunca que todo estaba ya hecho", rememoró el internacional francés. "Sin mis padres, probablemente sería dependiente en alguna tienda de deportes, el trabajo en prácticas que hice durante mis estudios".

Directo a las estrellas
Efectivamente, hoy podemos encontrar su nombre en las tiendas de material deportivo, en concreto en la sección de camisetas de la selección francesa. Y es que, desde principios de 2010, ha seguido su ascenso imparable ayudado por su excelente fin de temporada. Cuando tomó las riendas del equipo, Didier Deschamps decidió no contar con sus servicios y lo colocó en la lista de descartes para el mercado de invierno. Con todo, el bordelés no dejó de trabajar, primero para recuperar su plaza en el equipo, y después para anotar goles decisivos que contribuyeron a que la entidad conquistara la Copa de la Liga y el campeonato francés tras 17 años de sequía absoluta.

Misión cumplida.
El pequeñín se hizo grande, pero ahí no acaba la historia. Valbuena quería más, aprovechó la oportunidad que le ofreció Raymond Domenech y finalmente formó parte de los 23 elegidos para Sudáfrica 2010, a pesar de que nunca antes había sido convocado. "Me siento feliz y orgulloso, porque he recorrido un largo camino. Este año tan excepcional ha sido la guinda del pastel", comentó el afortunado jugador horas antes de defender por primera vez los colores del combinado nacional y de celebrar la ocasión con un gol.

"Se me hace raro verlo en la televisión con la camiseta azul de Francia, con la estrellita", afirmó emocionado al ver a su amigo Mavuba con los Bleus en 2004. Ahora le toca a él apuntar hacia las estrellas. A partir de ahí, ya será difícil llegar más alto.

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