Tzorvas y la indulgencia
El último responsable carga siempre con las culpas. Ya puede tratarse de un delantero fallando un gol cantado, un defensa provocando un penal innecesario o de un portero, el último jugador, el máximo responsable, cometiendo un error.
El guardameta inglés Robert Green pidió disculpas públicamente por su traspié, que les costó un empate a los jugadores de Fabio Capello en el duelo contra Estados Unidos.
Alexandros Tzorvas, su colega helénico, no lo cree necesario: “Todos los jugadores cometen errores en fútbol, lo que pasa que, cuando lo comete un arquero, el fallo suele terminar en gol”, responde con seguridad. Lo dice alguien que ha tenido que escalar muchos peldaños hasta agenciarse la titularidad del arco griego y que se ha sobrepuesto a varios errores a lo largo de su carrera. Como la salida a medias que supuso el primer gol de la República de Corea frente a su equipo en el debut.
“El fútbol es un deporte que te procura buenos y malos momentos. Por desgracia, en nuestro país se subrayan más los malos momentos y los buenos se tienden a ignorar, o a dejarlos pasar”, apunta el cancerbero, un tipo con carácter y muy seguro de sí mismo.
“Todos cometemos errores, todos podemos tener un mal momento, y lo mejor entonces es saber superarlo. Si fallo en el próximo partido, no quiere decir que todo el equipo me tenga que señalar. Aficionados y periodistas pueden decir lo que quieran, pero el equipo debe mantenerse unido”, recomienda Tzorvas.
Largo camino hasta la cima
Su perseverancia, desde luego, ha tenido una grata recompensa: tras pugnar con Antonis Nikopolidis -ya retirado- y Kostas Chalkias y Michalis Sifakis por el puesto, se ha hecho un hueco en el once inicial justo a tiempo para la Copa Mundial de la FIFA. Desde octubre, se convirtió en un fijo para Otto Rehhagel, en detrimento de Chalkias.
“Así es esto. Ahora muchos entenderán lo difícil que me resultó no sólo ser suplente sino también tener que esperar 27 años para obtener un cierto reconocimiento. Ha sido muy importante sentirme una pieza fundamental del equipo. Estoy entusiasmado por haber sido elegido por el entrenador para jugar el primer partido”, confiesa.
Normal, tratándose de un conjunto que ha acumulado 16 años de ausencia en una Copa Mundial, desde aquella primera participación en Estados Unidos en 1994. “Una experiencia única”, relata Tzorvas en relación al presente, “el punto álgido de la carrera profesional de un futbolista”.
Así lo fue para Nikos Nioplias, su ahora entrenador en el Panathinaikos. “Nos dijo que lo disfrutáramos, que lo diéramos todo por el equipo”. Y el arquero se lo ha tomado al pie de la letra: “Esto es inolvidable. Ves a los hinchas de todos los países celebrando juntos, sin disputas. Y este es el mensaje que el fútbol debería transmitir”.
El último responsable carga siempre con las culpas. Ya puede tratarse de un delantero fallando un gol cantado, un defensa provocando un penal innecesario o de un portero, el último jugador, el máximo responsable, cometiendo un error.
El guardameta inglés Robert Green pidió disculpas públicamente por su traspié, que les costó un empate a los jugadores de Fabio Capello en el duelo contra Estados Unidos.
Alexandros Tzorvas, su colega helénico, no lo cree necesario: “Todos los jugadores cometen errores en fútbol, lo que pasa que, cuando lo comete un arquero, el fallo suele terminar en gol”, responde con seguridad. Lo dice alguien que ha tenido que escalar muchos peldaños hasta agenciarse la titularidad del arco griego y que se ha sobrepuesto a varios errores a lo largo de su carrera. Como la salida a medias que supuso el primer gol de la República de Corea frente a su equipo en el debut.
“El fútbol es un deporte que te procura buenos y malos momentos. Por desgracia, en nuestro país se subrayan más los malos momentos y los buenos se tienden a ignorar, o a dejarlos pasar”, apunta el cancerbero, un tipo con carácter y muy seguro de sí mismo.
“Todos cometemos errores, todos podemos tener un mal momento, y lo mejor entonces es saber superarlo. Si fallo en el próximo partido, no quiere decir que todo el equipo me tenga que señalar. Aficionados y periodistas pueden decir lo que quieran, pero el equipo debe mantenerse unido”, recomienda Tzorvas.
Largo camino hasta la cima
Su perseverancia, desde luego, ha tenido una grata recompensa: tras pugnar con Antonis Nikopolidis -ya retirado- y Kostas Chalkias y Michalis Sifakis por el puesto, se ha hecho un hueco en el once inicial justo a tiempo para la Copa Mundial de la FIFA. Desde octubre, se convirtió en un fijo para Otto Rehhagel, en detrimento de Chalkias.
“Así es esto. Ahora muchos entenderán lo difícil que me resultó no sólo ser suplente sino también tener que esperar 27 años para obtener un cierto reconocimiento. Ha sido muy importante sentirme una pieza fundamental del equipo. Estoy entusiasmado por haber sido elegido por el entrenador para jugar el primer partido”, confiesa.
Normal, tratándose de un conjunto que ha acumulado 16 años de ausencia en una Copa Mundial, desde aquella primera participación en Estados Unidos en 1994. “Una experiencia única”, relata Tzorvas en relación al presente, “el punto álgido de la carrera profesional de un futbolista”.
Así lo fue para Nikos Nioplias, su ahora entrenador en el Panathinaikos. “Nos dijo que lo disfrutáramos, que lo diéramos todo por el equipo”. Y el arquero se lo ha tomado al pie de la letra: “Esto es inolvidable. Ves a los hinchas de todos los países celebrando juntos, sin disputas. Y este es el mensaje que el fútbol debería transmitir”.
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