Forlán: "No necesito metas para motivarme" :: Eliminatorias Sudamericanas
Con 33 años y 17 de carrera en ligas tan importantes como las de Argentina, Inglaterra, España y ahora Brasil, el uruguayo Diego Forlán es uno de esos futbolistas cuya presentación puede ser tan breve como innecesaria. Sobre todo después de la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010™, donde el atacante charrúa coronó el meritorio cuarto puesto de su selección con el Balón de Oro adidas, premio al mejor jugador del campeonato.
Desde Porto Alegre, Forlán accedió a conversar en exclusiva con FIFA.com acerca de su retorno al fútbol sudamericano, el presente de la selección uruguaya y sobre qué puede depararle el futuro a su ya dilatada trayectoria.
Diego, ¿qué significa para su carrera el regreso a Sudamérica?
Significa una situación diferente en un país diferente… Tras 10 años en Europa me pareció el momento apropiado para el cambio. Después de la experiencia en Italia y de haber jugado en España e Inglaterra, consideré que esa etapa de mi carrera estaba cerrada.
¿Se quedó sin desafíos en Europa?
No lo tomo así… De hecho, fueron 10 años espectaculares, más allá de algunas cuestiones puntuales como el haber jugado poco en el Inter. Y si bien había buenas ofertas para continuar allá, apareció esta opción de venir a un equipo importante y un fútbol muy competitivo con un contrato de tres años. Como si fuera poco, significaba estar otra vez cerca de mi casa, familia y amigos. Todo me cerró para volver.
¿Descarta así un eventual regreso al Viejo Continente?
¡La verdad es que ahora no pienso ni en Europa ni en ir a cualquier otro lado! Tengo 33 años y quiero jugar la mayor cantidad de tiempo posible, pero… ¡todavía no sé como estaré a los 36! (risas)
¿Analizó la posibilidad de jugar en Uruguay?
No… Para ser sincero, nadie sabía que volvía a Sudamérica porque la oferta del Inter se mantuvo bastante en secreto hasta que estuvo todo cerrado, por lo que ningún equipo uruguayo tuvo tiempo de pensar en mí.
¿Lo siente como una cuenta pendiente?
Para nada. Además no sería fácil y prefiero no ilusionar a nadie. Estoy contento con la decisión que tomé: el Inter es un gran club.
¿Qué lo sedujo de la liga brasileña?
Que siempre fue un campeonato difícil, con seis o siete equipos peleando por los primeros cuatro puestos, y que en los últimos años se ha definido recién sobre el final. Se juega buen fútbol, hay clubes grandes, clásicos atractivos… Es un lindo desafío.
En lo futbolístico, ¿qué diferencias encuentra con Europa?
La más notoria es el tamaño de las canchas, que acá son más grandes y cuesta más llenar los espacios, pero también se practica un fútbol bastante dinámico en líneas generales. El resto son diferencias relativas y dependen de los equipos, del entrenador, de qué jugadores tienes… ¡Un “equipo chico” se mete atrás en todos lados!
Hablemos de la selección. ¿Qué análisis hace de lo que le sucedió a Uruguay en el Torneo Olímpico de Fútbol?
No descubro nada en decir lo obvio: el fútbol es así. No es broma que todo está muy parejo, ¡si los tres partidos nos costaron muchísimo! Incluso Emiratos Árabes, al que se le terminó ganando, controló la pelota y nos creó varias situaciones de gol… Sino mire Senegal: se mostró como un equipo rápido, fuerte y bueno técnicamente, y nos hizo el segundo gol pese a jugar con uno menos… Ya no hay más resultados previsibles.
¿Le hubiera gustado estar?
Tanto como al resto de los mayores que no fueron. Pero sabíamos las reglas y yo, particularmente, no me hice ilusiones. Entonces, lo tomé con naturalidad y descarto que mis compañeros hicieron lo mismo.
Oscar Tabárez destacó éste, entre otros gestos, como una muestra de la madurez del grupo, al que considera clave para el exitoso proceso que atraviesa Uruguay…
Sí, hay una muy buena relación tanto dentro como fuera de la cancha. Eso ayuda para los momentos positivos, pero sobre todo para los negativos.
Teniendo en cuenta los últimos resultados, ¿comenzó a pesarle al equipo su condición de favorito?
¡En absoluto! (responde enfáticamente) La gente puede pensar en eso de los favoritismos, pero nosotros no. A todos lados vamos igual, confiando de lo que somos capaces y en hasta donde podemos llegar, pero nada más. Las eliminatorias nunca fueron fáciles para Uruguay. Acá todas las selecciones crecen constantemente y las pruebas están a la vista.
Aun así, no debe ser fácil convivir con el triunfalismo de un simpatizante tan apasionado como el uruguayo…
(interrumpe) … los hinchas están viviendo un momento particular, con varios logros después de muchos años de sequía, entonces es entendible que estén contentos y lo expresen, sobre todo los de generaciones jóvenes. ¡Si hasta yo de gurí no lo vi ganar nada salvo la Copa América de 1987 que también se jugó en Argentina! Hoy ven a un Uruguay diferente y la gente está contenta. Hay que dejarla que disfrute.
¿Soportarían tanto usted como ellos una cuarta repesca consecutiva?
¡No, sería durísimo! (risas). La verdad, mientras clasifiquemos al Mundial no me importa cómo sea. Nunca nos ha sido fácil y el objetivo es lograrlo antes, pero con tal de estar, ¡firmo ya si es en un repechaje!
¿Es esta la principal motivación de su carrera, luego de ser el Balón de Oro en Sudáfrica 2010, ganar la Copa América en 2011 y transformarse en el máximo goleador histórico de su selección?
Indudablemente, pero no soy una persona que necesite ponerme metas todo el tiempo para motivarse: me gusta entrenar, jugar y vivir de esta profesión. Mientras tenga las mismas ganas de ahora, los desafíos van a seguir apareciendo.
Quizás podría apuntar a repetir en Brasil el premio al mejor jugador del Mundial…
¡Primero hay que clasificar, después deberían citarme, jugar y ganar partidos! (risas). Lo importante de ese premio es que no hay que buscarlo, ya está en la historia.
Hablemos de su vida fuera del campo de juego. ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser futbolista?
(Piensa)… Yo elegí vivir del fútbol y es espectacular. Te da la posibilidad de viajar, de conocer distintos países, otras culturas, tener compañeros de todo el mundo… También perdés otras cosas que no se recuperan, como el tiempo que pasaste lejos de tu familia, pero en toda profesión hay sacrificios. El tema es estar tranquilo con lo que uno es y no pensar “qué hubiera sido de mi vida si…”.
A usted, sin embargo, le ha tocado vivir con lo bueno y lo malo de la fama…
Eso te afecta, claro, pero fue mi elección y debo convivir con ella. Mi objetivo siempre fue hacerlo de la mejor manera posible sin dejar de ser yo mismo, y eso creo haberlo logrado.
Ya ha dicho que tiene intención seguir jugando bastante tiempo. Aun así quiero preguntarle para terminar: ¿le tiene miedo al retiro?
Para nada… Sé que tarde o temprano va a pasar, pero ahora trato de disfrutar de todo esto. Después, la idea es seguir vinculado al fútbol y hay muchas maneras de hacerlo, aunque todavía no sé cómo. De lo que estoy seguro es que hoy no es el momento para detenerse a pensarlo.
Con 33 años y 17 de carrera en ligas tan importantes como las de Argentina, Inglaterra, España y ahora Brasil, el uruguayo Diego Forlán es uno de esos futbolistas cuya presentación puede ser tan breve como innecesaria. Sobre todo después de la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010™, donde el atacante charrúa coronó el meritorio cuarto puesto de su selección con el Balón de Oro adidas, premio al mejor jugador del campeonato.
Desde Porto Alegre, Forlán accedió a conversar en exclusiva con FIFA.com acerca de su retorno al fútbol sudamericano, el presente de la selección uruguaya y sobre qué puede depararle el futuro a su ya dilatada trayectoria.
Diego, ¿qué significa para su carrera el regreso a Sudamérica?
Significa una situación diferente en un país diferente… Tras 10 años en Europa me pareció el momento apropiado para el cambio. Después de la experiencia en Italia y de haber jugado en España e Inglaterra, consideré que esa etapa de mi carrera estaba cerrada.
¿Se quedó sin desafíos en Europa?
No lo tomo así… De hecho, fueron 10 años espectaculares, más allá de algunas cuestiones puntuales como el haber jugado poco en el Inter. Y si bien había buenas ofertas para continuar allá, apareció esta opción de venir a un equipo importante y un fútbol muy competitivo con un contrato de tres años. Como si fuera poco, significaba estar otra vez cerca de mi casa, familia y amigos. Todo me cerró para volver.
¿Descarta así un eventual regreso al Viejo Continente?
¡La verdad es que ahora no pienso ni en Europa ni en ir a cualquier otro lado! Tengo 33 años y quiero jugar la mayor cantidad de tiempo posible, pero… ¡todavía no sé como estaré a los 36! (risas)
¿Analizó la posibilidad de jugar en Uruguay?
No… Para ser sincero, nadie sabía que volvía a Sudamérica porque la oferta del Inter se mantuvo bastante en secreto hasta que estuvo todo cerrado, por lo que ningún equipo uruguayo tuvo tiempo de pensar en mí.
¿Lo siente como una cuenta pendiente?
Para nada. Además no sería fácil y prefiero no ilusionar a nadie. Estoy contento con la decisión que tomé: el Inter es un gran club.
¿Qué lo sedujo de la liga brasileña?
Que siempre fue un campeonato difícil, con seis o siete equipos peleando por los primeros cuatro puestos, y que en los últimos años se ha definido recién sobre el final. Se juega buen fútbol, hay clubes grandes, clásicos atractivos… Es un lindo desafío.
En lo futbolístico, ¿qué diferencias encuentra con Europa?
La más notoria es el tamaño de las canchas, que acá son más grandes y cuesta más llenar los espacios, pero también se practica un fútbol bastante dinámico en líneas generales. El resto son diferencias relativas y dependen de los equipos, del entrenador, de qué jugadores tienes… ¡Un “equipo chico” se mete atrás en todos lados!
Hablemos de la selección. ¿Qué análisis hace de lo que le sucedió a Uruguay en el Torneo Olímpico de Fútbol?
No descubro nada en decir lo obvio: el fútbol es así. No es broma que todo está muy parejo, ¡si los tres partidos nos costaron muchísimo! Incluso Emiratos Árabes, al que se le terminó ganando, controló la pelota y nos creó varias situaciones de gol… Sino mire Senegal: se mostró como un equipo rápido, fuerte y bueno técnicamente, y nos hizo el segundo gol pese a jugar con uno menos… Ya no hay más resultados previsibles.
¿Le hubiera gustado estar?
Tanto como al resto de los mayores que no fueron. Pero sabíamos las reglas y yo, particularmente, no me hice ilusiones. Entonces, lo tomé con naturalidad y descarto que mis compañeros hicieron lo mismo.
Oscar Tabárez destacó éste, entre otros gestos, como una muestra de la madurez del grupo, al que considera clave para el exitoso proceso que atraviesa Uruguay…
Sí, hay una muy buena relación tanto dentro como fuera de la cancha. Eso ayuda para los momentos positivos, pero sobre todo para los negativos.
Teniendo en cuenta los últimos resultados, ¿comenzó a pesarle al equipo su condición de favorito?
¡En absoluto! (responde enfáticamente) La gente puede pensar en eso de los favoritismos, pero nosotros no. A todos lados vamos igual, confiando de lo que somos capaces y en hasta donde podemos llegar, pero nada más. Las eliminatorias nunca fueron fáciles para Uruguay. Acá todas las selecciones crecen constantemente y las pruebas están a la vista.
Aun así, no debe ser fácil convivir con el triunfalismo de un simpatizante tan apasionado como el uruguayo…
(interrumpe) … los hinchas están viviendo un momento particular, con varios logros después de muchos años de sequía, entonces es entendible que estén contentos y lo expresen, sobre todo los de generaciones jóvenes. ¡Si hasta yo de gurí no lo vi ganar nada salvo la Copa América de 1987 que también se jugó en Argentina! Hoy ven a un Uruguay diferente y la gente está contenta. Hay que dejarla que disfrute.
¿Soportarían tanto usted como ellos una cuarta repesca consecutiva?
¡No, sería durísimo! (risas). La verdad, mientras clasifiquemos al Mundial no me importa cómo sea. Nunca nos ha sido fácil y el objetivo es lograrlo antes, pero con tal de estar, ¡firmo ya si es en un repechaje!
¿Es esta la principal motivación de su carrera, luego de ser el Balón de Oro en Sudáfrica 2010, ganar la Copa América en 2011 y transformarse en el máximo goleador histórico de su selección?
Indudablemente, pero no soy una persona que necesite ponerme metas todo el tiempo para motivarse: me gusta entrenar, jugar y vivir de esta profesión. Mientras tenga las mismas ganas de ahora, los desafíos van a seguir apareciendo.
Quizás podría apuntar a repetir en Brasil el premio al mejor jugador del Mundial…
¡Primero hay que clasificar, después deberían citarme, jugar y ganar partidos! (risas). Lo importante de ese premio es que no hay que buscarlo, ya está en la historia.
Hablemos de su vida fuera del campo de juego. ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser futbolista?
(Piensa)… Yo elegí vivir del fútbol y es espectacular. Te da la posibilidad de viajar, de conocer distintos países, otras culturas, tener compañeros de todo el mundo… También perdés otras cosas que no se recuperan, como el tiempo que pasaste lejos de tu familia, pero en toda profesión hay sacrificios. El tema es estar tranquilo con lo que uno es y no pensar “qué hubiera sido de mi vida si…”.
A usted, sin embargo, le ha tocado vivir con lo bueno y lo malo de la fama…
Eso te afecta, claro, pero fue mi elección y debo convivir con ella. Mi objetivo siempre fue hacerlo de la mejor manera posible sin dejar de ser yo mismo, y eso creo haberlo logrado.
Ya ha dicho que tiene intención seguir jugando bastante tiempo. Aun así quiero preguntarle para terminar: ¿le tiene miedo al retiro?
Para nada… Sé que tarde o temprano va a pasar, pero ahora trato de disfrutar de todo esto. Después, la idea es seguir vinculado al fútbol y hay muchas maneras de hacerlo, aunque todavía no sé cómo. De lo que estoy seguro es que hoy no es el momento para detenerse a pensarlo.
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